Niños respetados, niños respetuosos.

Para ser niños respetuosos, primero deben de ser niños respetados.

 

 

Ser padres, educadores, monitores , maestros, en definitiva compartir el día a día con niños es un viaje alegre aunque a veces resulta agotador, es abrumador y en infinidad de veces nos viene la duda sobre como actuar, ya que los niños son nuestros principales “followeers” y todo aquello que nos vean hacer es lo que harán posiblemente ellos.

Todo esto nos siembra la duda sobre qué camino elegir en la crianza de nuestros hijos, en la educación de nuestros alumnos.

La disciplina positiva lleva como bandera la amabilidad, firmeza y empatía son la consigna vigente en el discurso educativo de esta disciplina.

Lo principal  es  entender cómo se siente el niño y que hay detrás de una conducta para poder guiarles en su camino de una forma cariñosa, en lugar de poner el foco hacía el niño, a ti como adulto te recomiendo que te enfoques a ti, la mayoría de veces el cambio comienza con nosotros.

Cubrir las necesidades de las dos partes y con más motivo en estos tiempos de confinamiento donde pasamos mucho más tiempo en casa en familia y donde entre todos debemos de pactar los límites con comunicación y dialogo en común.

Se basa en la conexión, el amor, y la cooperación, se trata de llegar a acuerdos entre las dos partes, la parte del adulto y la del niño, encaminándonos en las soluciones e implicando al niño, de esta forma no le damos todo hecho si no que le dotamos de habilidades para la vida.

Una de las cuestiones a las que nos enfrentamos en los talleres de disciplina positiva, es cuando a los adultos les preocupa que la amabilidad con el niño signifique complacerlo, rescatarle ante cualquier situación a solucionar y que crezca con la incapacidad de no valerse por sí mismo.

Y  no, esto no sería ser amable esto sería ser permisivo.

Lo mismo pasa con la firmeza, en esta disciplina no es sinónimo de castigos o control infranqueable, si se combina con amabilidad  equivale el respeto.

Cuando pierdes el temple, gritas  o incluso utilizas términos poco adecuados para un niño, no solo le estás faltando el respeto al niño, también te lo faltas a ti mismo.

A todos nos ha pasado en determinados momentos de estrés que nos ha sobrepasado la situación, pues bien…. para, respira, tomate tu tiempo (tiempo fuera se le llama) y discúlpate ante el niño. Todos debemos aprender, debemos ganarnos a los niños antes de ganarles a los niños.

 

Enfocarse en soluciones y eliminar los castigos y amenazas como método de control. Es conectar antes que corregir, un error es una oportunidad para aprender.

Hay cinco criterios a seguir:

1-se firme y amable al mismo tiempo. Basado en el respeto mutuo

2-crear con el niño un sentido de conexión y pertenencia (el niño debe sentir que pertenece al sitio donde está ya sea en casa sintiéndose uno más de la familia, en clase sintiéndose un compañero valorado por sus amigos, maestros y monitores)

3- esta disciplina es efectiva a largo plazo, no se enfoca en el castigo, se preocupa por los sentimientos y decisiones de los niños.

Se entrena, no  da resultados rápidamente ya que además los adultos tenemos patrones adquiridos de nuestros padres, abuelos con los que hemos crecido y que por norma general no tiene nada que ver con lo que vamos a ensayar.

4-enseña habilidades sociales y de vida. (Respeto, cooperación, empatía, autodisciplina)

5-enseñas a usar su poder constructivamente. Los invita  descubrir que son capaces de influir en su propia vida.

 

El reto en la educación es trabajar para superar problemas no a los demás.

Érica Fernández

Certificada en disciplina positiva para familias y aulas por la Positive Discipline Association y miembro de disciplina positiva España (ADPE)