El pasado 1 de julio fue nuestro último día de trabajo en equipo. Tras un curso lleno de buenos momentos y algunas que otras dificultades, se nos habría una jornada final llena de vida.
Comenzamos la mañana con la reflexión en torno a la actualización pastoral del centro. El equipo de pastoral nos invitaba a reflexionar sobre las dos líneas en las que había trabajado durante el curso: la pastoral vocacional y el trabajo en red. Pero la forma de hacerlo fue diferente a otras veces; a través de una ginkana se nos fueron haciendo propuestas, lanzando preguntas. Todos volvimos a ser de nuevo niños jugando al pañuelo, recodando canciones, saltando y contestando preguntas…
El tiempo pasó volando y llegó el momento de unirnos al PAS y a la comunidad de salesianas para viajar juntos a Santo Espíritu. Allí celebramos la eucaristía, la mejor manera de dar las gracias a Dios y a cada compañero; para poner en las manos del Padre nuestro presente y nuestro futuro.
Luego compartimos la comida, rica y hecha con mucho cariño por el personal de la cocina. ¡Cuántos detalles!
Y en medio de todo nuestros bailes y ese rato con la guitarra y las canciones de siempre.
Comunidad educativa que trabaja, reza, comparte y hace fiesta. ¿Hay alguna manera mejor de terminar un curso?
Conchi Muñoz, FMA.